Los nuevos Juegos Olímpicos
“Ningún amateur podía sobresalir auténticamente en el deporte a menos que pudiera dedicarle mucho más tiempo de lo que era factible para las clases trabajadoras, salvo que recibieran un dinero por practicarlo.
Los jóvenes aristócratas podían intentar algún tipo de hazaña física, pero su especialidad era el ejercicio relacionado con la monta, muerte o ataque de animales o personas: la caza, el tiro al blanco, la pesca, las carreras de caballos, la esgrima… Los deportes que llegaron a ser más característicos de la clase media, como el tenis, el rugby, el fútbol americano (…) rechazaban tenazmente el profesionalismo.
El ideal amateur, que tenía la ventaja adicional de unir a la clase media y a la nobleza, se encarnó en la nueva institución de los Juegos Olímpicos (1896), creación de un admirador francés del sistema británico de escuelas privadas.” (Eric Hobsbawm, historiador).
Los primeros Juegos Olímpicos, tal y como los conocemos en la actualidad, tuvieron lugar en Grecia en el año 1896, en la ciudad de Atenas.
De este modo al enfrentar a una gran diversidad de deportistas, empezó a surgir el deporte profesional a medida que se extendían las disciplinas y el deporte iba ganando popularidad en la sociedad.